martes, 22 de marzo de 2011

Cachette Real Deir El Bahri y la Tumba de Amenofis II


EL CACHETTE REAL DE DEIR EL-BAHARI (DB 320)
Y LA TUMBA DEL FARAÓN AMENOFIS II (KV 35)
………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

Por el Profesor Esteban de Llagostera

Detalle Templo de Isis - Philae
Émile Brugsch, vicedirector del Museo de Bulaq (antecesor del Museo Egipcio de El Cairo) fue enviado por Gaston Maspero, director del mismo, a entrevistarse con el ladrón de tumbas Mohammed Abd el-Rassul el día 6 de Junio de 1881 y éste, por dinero y para escapar de la Justicia, le llevó hasta un escondrijo que más tarde sería conocido como el Cachette Real de Deir el-Bahari (DB 320). Durante diez años, el ladrón había estado saqueando y destrozando este importantísimo enterramiento, de gran valor arqueológico, en el que había 33 momias reales, también otras momias de miembros de familias reales e igualmente, innumerables objetos y joyería.

Pasados 17 años, Víctor Loret descubrió la tumba del faraón Tutmosis III (KV 34) y semanas más tarde, halló otro cachette real, en la tumba del faraón Amenofis II (KV 35), con nueve momias reales más.

Estos sensacionales descubrimientos, proporcionaron una información valiosísima y ayudaron mucho a establecer una cronología más precisa. Además, pudimos conocer las causas de muerte de muchos faraones y todavía esos cuerpos momificados, nos están dando nueva información debido a las modernas tecnologías, que puede penetrar con mayor precisión en los secretos que todavía esconden en sus cuerpos momificados.

En contrapartida, y en la antigüedad, los propios egiptólogos, les hicieron mucho daño in-conscientemente, y al desvendarlas, las expusieron a todo tipo de poluciones, actuando simplemente por morbosa curiosidad, exponiéndolas al aire ambiental, siempre cargado de hongos, bacterias y al ataque de los insectos necrófagos.

Desgraciadamente para la ciencia, la arqueología y el arte, todas las tumbas reales habían sido violadas y saqueadas sistemáticamente en la antigüedad, por los ladrones de tumbas; y además también, a finales del siglo XIX, por la nefasta familia del  miserable ladrón de tumbas Abd el-Rassul que, para no ser descubiertos, desmontaron las joyas, fundieron el oro y vendieron separadamente las piedras preciosas, que adornaban la joyería que decoraban las momias reales, con lo cual, esas valiosas y preciadas alhajas, se han perdido para siempre. No las hemos podido conocer.

Esta es la triste historia que, como una maldición, persiguió desde épocas remotas a estas grandes figuras de la Historia. En el año 1891 se encontró otro Cachette que contenía 153 momias de sacerdotes y otros personajes menores, que habían sido re-enterrados, y que pertenecieron a la XXI Dinastía. [Shaw & Nicholson, 1995].
Esteban Llagostera

No hay comentarios:

Publicar un comentario